sábado, 12 de mayo de 2012

Donde nació La Bestia

Oh well, wherever, wherever you are
Iron Maiden's gonna get you, no matter how far
see the blood flow watching it shed up above my head
Iron Maiden wants you for dead
(Iron Maiden-Iron Maiden).

En nuestro cuarto día en Londres fuimos a tres museos y al bar en donde tocó por primera vez Iron Maiden. ¿Qué querés que te cuente? Si te estás preguntando por cómo fue la experiencia en el museo de ciencia o en el de historia natural es que evidentemente no entendiste nada o no me conocés en lo más mínimo. ¿Cómo llegaste a este blog?
El Cart & Horses queda en la zona tres de Londres, alejado de los puntos de interés turísticos. Aquí no hay Big Ben, ni Palacio de Buckingham, ni Abadía de Weinstminster ni cambios de guardia. Está en un barrio trabajador inglés en donde no conviene dejarle la cámara a alguien para que nos saque una foto. Pero ser diferente implica ir hasta allá, conducidos por el amor incondicional a Maiden, y dejar atrás las clásicas postales londinenses. Después de todo, si querés una crónica de los lugares tradicionales de Londres debés tener cientos de páginas que dicen siempre lo mismo. Para llegar a Stratford hay que combinar dos subtes y preguntar a algún muchacho de la zona dónde queda la calle Maryland. Por primera vez en el viaje me calzo la remera de Maiden, esa que me acompañó a tantos recitales y que, en tierras europeas, merece un estreno a la altura. El viaje, desde el centro, tarda cerca de media hora. Pero allí estamos, en los barrios bajos, en los suburbios, allí dónde alguna vez un joven Steve Harris dio el puntapié a su carrera.
Tras caminar varias cuadras el cartel reluce ante mis ojos: Cart & Horses, birthplace of Iron Maiden. Hemos llegado. Si había un lugar que debía conocer en Londres allí estaba. Sin palacios, sin lujos, sin ostentación. Un simple bar: barra al fondo, mesa de pool en el centro, algunas mesas y un modesto escenario donde, allá por 1977, el chiquilín Harris se subió colgando su bajo para que naciera Iron Maiden, la Doncella de Hierro. Por esa época, los productores musicales le decían que con su música no llegaría nada, que se cortara el pelo y que hiciera punk. Me río de Janeiro. Y de los boludos mucho más. Habrá pensado Harris. Gracias por seguir tu sueño, por ir adelante, por hacer oídos sordos a palabras necias, por no bajar los brazos. Gracias por Maiden.
Un rincón del lugar está totalmente dedicado a la banda. Afiches, posters y banderas lo decoran para dejar asentado que allí nació, que allí comenzó la historia. Sin multitudes, sin contratos multimillonarios, sin compañías discográficas, sin sponsors, sin giras mundiales, sólo unos jóvenes que querían tocar y trascender.
 Luego de degustar algunas pintas en esa mesa y contemplar la decoración maideniana, el dueño me dice que me acerque a la barra y me entrega algunas tarjetas. Es mi oportunidad: "Este lugar debería ser un museo, aquí nació Maiden", le expreso con total sinceridad. "Sí, sin duda alguna debería serlo", me responde tal vez incrédulo de que alguien que viene de tan lejos sienta tanta pasión por una banda británica. No es sólo una banda británica, es Iron Maiden. ¡Gracias Maiden por ser tan grande! Vos sí que te merecés un museo.

3 comentarios:

  1. Vendían tragos y platos con nombres de canciones de Iron Maiden y esas cosas?

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  2. No. Es un bar común y corriente de clase obrera inglesa. Peeeero... tiene la particularidad que ahí por primera vez en su historia se presentó Maiden.

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  3. Poné una franquicia en Buenos Aires y hacé como dice Victoria: ponele nombres maideneanos a los platos. Si lo haces tipo comida rápida ya te tengo el menú: en vez de McFlurry tenés que vender McMurray, en vez del McD.L.T. (que en paz descanse) tenés que vender el Mc Eddie L.T. y en vez de Big Mac tenés que vender Big McBrain. Te voy a cobrar regalías por los nombres porque son geniales.
    ¡Abrazo!,

    Fabri.

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